Galopeando
con Cervantes
por Bill Spiegelberg
El Siglo de
Oro se present— como la encrucijada donde el resurgimiento de la tradici—n
cl‡sica choc— con el sentir de autodeterminaci—n que iba acompa–ado del
Renacimiento. Se aliaron los campos
de teolog’a, ciencia y filosof’a con la Contrarreforma, quej‡ndose por la
ruptura de la seguridad anterior y adem‡s por la corrupci—n del 
lat’n. El campo de la literatura popular, por
otro lado, estuvo listo para soltarse de las faldas del pasado. Es decir, de la mano de la elite la
pluma se hab’a comenzado a pasar a la gente.
En su Rhet—rica en
lengua castellana, publicada en 1541, Salinas Ă’critica a los
sacerdotes que Òhablan una palabra en romance y tres en lat’n, que ni son
latinas ni castellanas.Ă“ En el Galateo
espa–ol (1582) Dantisco aconseja, Òmayormente se debe cada qual guardar de
entremeter palabras latinas y extraordinarios adonde no hay latinos, ni quien
las entienda, porque en este yerro caen muchos que, con un poco de gram‡tica
que estudiaron, meten vocablos latinos en quanto hablan, tan fuera de
prop—sito, que en la propiedad de nuestro romance discordan y suenan tan malÓ
(ctd. en Rosenblat).
El viejo soldado Miguel
de Cervantes deja que los personajes que pueblan Don Quijote de la Mancha lleven el
debate, yuxtaponiendo sus registros en el di‡logo y dej‡ndole al lector la
tarea de resolver la disputa. Y,
quĹ˝ maravilla que mediante el proceso nos haya dejado una fuente tan rica en la
lengua de su d’a. Por, como nos
dice el caballero so–ador de la obra, ÒLa lengua es espejo del almaÓ (II, cap.
XVI).
2
junio 2005
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