gram.htmTEXTMSIEb\ÏhÏhmBIN La encrucijada

Con la grama bien, pero con la tica

    (Sancho Panza; II, cap. III)

la gramtica

 

Por el humor que se encuentra en  Don Quijote de la Mancha y por la ndole moderna de la obra, se es fcil que le pasa por alto la realidad de la situacin en Espaa durante la vida de Miguel de Cervantes. Al Software: Microsoft Officepublicar la primera parte del libro en 1605, haban pasado slo diecisiete aos desde la prdida de la Armada. La Inquisicin estuvo en pleno juego.  La ganadera haba reemplazado la agricultura, dejando una dependencia de los recursos importados. Felipe III haba retrocedido ante los deberes de su cargo.  La inflacin estuvo disparndose, y el pas estuvo no slo en quiebra, sino en bancarrota moral. Fueron los aos de desengao, aunque aos sin rumbo seguro.  El Quijote, sin embargo, arroj luz sobre las desventuras de la corona y sobre las pretensiones guardadas por las gentes.  La pluma del viejo soldado le present al pueblo un reflejo de su propia imagen, proveyndole al mismo tiempo una vlvula de escape mediante la risa.

En cierto modo, la inseguridad y las ambigedades de la poca se manifest tambin en la literatura.  En lo que respecta a Cervantes, Gutirrez nos seala la vacilacin entre las formas lingsticas tradicionales con otras ms modernas, como en tantos textos y autores de entonces.  Vase ms abajo una breve seleccin de las distintas posibilidades que pueblan el Quijote.

 

Se confunden las vocales atnicas:

 

envidia/invidia

Sancho lamenta el hurto a su asno: Oh hijo de mis entraas, . . .  envidia de mis vecinos, alivio de mis cargos . . . (I, cap. XXIII).

 

Don Quijote habla en voz clsica: Oh t, bienaventurado sobre cuantos viven sobre la haz de la tierra, pues sin tener invidia ni ser invidiado . . . (II, cap. XX).

 

monasterio/monesterio

El narrador: Claudia dijo a Roque que querra irse a un monasterio . . . en el cual pensaba acabar la vida (II, cap. LX).

 

El cabrero Eugenio: la despareci su padre de nuestros ojos, y la llev a encerrar en un monesterio (I, cap. LI).

 

escribir/escrebir

Narrador: se ofreci de escribir las cartas a Teresa . . . ; pero ella no quiso que el Bachiller se metiese en sus cosas (I, L).

 

Sancho: La verdad sea . . . que yo no he ledo ninguna historia jams, porque ni s leer ni escrebir (I, X).

 

La -e final de los trminos cultos:

 

feliz/felice

El narrador sobre el Caballero de la Blanca Luna: una por una estaba en buen punto aquel negocio, de quien esperaba feliz suceso (II, cap. LXV).

 

Don Quijote sintiendo nostalgia por la edad dorada: los que criban el finsimo y menudo oro en la felice Arabia (I, cap. XVIII).

 

La reduccin del grupo culto mn:

columna/coluna 

Don Quijote le consuela a Sancho: le dio . . . ms de doscientos azotes . . ., atado a una coluna de un patio (I, cap. XV).

 

*No se emplea columna en el Quijote.

 

solemne/solene

Sancho hace una promesa: voto hago solene a quien puedo que le tengo de sacar la buena repuesta (I, cap. XXV).

 

El narrador; lo  que le sugiere el bachiller a Don Quijote: era su parecer que fuese a . . . Zaragoza, adonde de all a pocos das se haban de hacer unas solemnsimos justas . . . , en las cuales podra ganar fama (II, cap. IV).

 

El gnero y la concordancia arbitraria:

 

el fin/la fin

El labrador negociante: perdneme el seor gobernador si por tan menudo voy pintando las partes de la que al fin al fin ha de ser mi hija (II, cap. XLVII).

 

Sancho: podr ser que [yo] est tan mudo que no hable palabra hasta la fin del mundo, o, por lo menos, hasta el da del juicio (II, cap. XX).

 

el puente/la puente

Don Quijote: Quin piensas t que arroj a Horacio del puente abajo? (II, cap. VIII).

 

Don Quijote: Puesto con un montante en la entrada de una puente, detuvo a todo un innumerable ejrcito, que no pasase por ella (I, cap, XXXII).

 

Infinitivos que llevan pronombres y la asimilacin rl > ll:

 

decirlo/decillo

El cautivo: con el hallazgo no hay para qu decirlo, pues fue tanto el contento como la admiracin de pensar de donde venimos aquel bien (I, cap. XL).

 

Anselmo: me culpo y me rio a solas, y procuro callarlo . . . ; y as me ha sido posible salir con este secreto como si de industria procurara decillo a todo mundo (I, cap.  XXXIII).

 

verlo/vello

Ricote el morisco: es dulce el amor de la patria.  Sal, como digo, de nuestra pueblo, entr en Francia, y aunque all nos hacan buen acogimiento, quise verlo todo (II, cap. LIV).

 

Sancho habla de la Dulcinea: Oh hi de puta, qu rejo que tiene, y qu voz! . . .  Y querra ya verme en camino, slo por vella; que ha muchos das que no la veo (I, cap. Xxv).

 

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